En el amor verdadero, la libertad es un obsequio,
concederla es un gesto de sublime desvelo.
Aunque el deseo de abrazar y retener sea intenso,
saber dejar volar es el acto más inmenso.

Amar también es anhelar la libertad del ser amado,
quien otorgó vida cuando el alma yacía en el pasado.
Es garantizar que florezca con más vitalidad,
evitando que se convierta en la roca de la pasividad.

Cuidar con mimo y ternura sus alas,
para que en el horizonte, encuentre nuevas baladas.
Recordar que la libertad es un tributo sublime,
una muestra genuina de amor, en su máximo cime.

Es una proeza que no quedará en el olvido,
pues verás cómo su esencia, en luz, se ha erigido.

Atentamente, el amor, en cada latido y suspiro,
honorando a quien se ama, en este romance vivo.